La caja roja novela de contrastes. Entrevista de Pilar Sánchez Vicente a Eva Ramón Reyero.

 

 

El 8 de noviembre de 2019 se presentó en Gijón la novela: La caja roja. Tuvimos el privilegio de contar con la escritora Pilar Sánchez Vicente,  autora de varias novelas, y ganadora del premio 8 de Marzo, a la trayectoria profesional Consejo Comarcal de las Mujeres de la Comarca de la Sidra (2011) y del Premiu Timón, a la mejor escritora asturiana en castellano. Su novela más reciente es Mujeres Errantes (2018) y acaba de reeditar Luciérnagas en la memoria (2013, reeditado en 2019)

Un diálogo lleno de riqueza, una lectura que da pie a una profunda interpretación de los paisajes y argumentos, pero también del complicado contexto histórico. Pilar Sánchez Vicente deja fluir su faceta de historiadora, para contextualizar la novela. Camina por las páginas de La Caja Roja y pregunta, comenta y nos hace disfrutar de una agradable tarde literaria.

Pilar Sánchez Vicente (PSV-) En la solapa de tu novela dices: “he vivido algunas vidas y espero revivir en otras muchas. Esta que tu mano acoge quiere contar entre aquellas que hablan de pertenencias, abandonos, vacíos y raíces”. Que no es poco… y con estas palabras te adentras en el siglo XIX, un siglo muy complejo pero muy transformador.

Eva Ramón Reyero (ERR-) Sí, la novela se adentra en la década de 1840, en pleno siglo XIX.

PSV- Son años de enfrentamientos entre absolutistas y liberales, guerras civiles… una situación muy compleja que dejas caer en conversaciones, sobre todo entre los personajes extranjeros que asisten estupefactos a los vaivenes políticos españoles.

ERR- El relato se enmarca en esta situación tan compleja que comentas y de hecho la trama se ve influida por los acontecimientos políticos. Pero es cierto que he buscado simplificar su lectura y que fueran los propios personajes los que debatieran sobre ello.

PSV- La caja roja tiene muchas reminiscencias con “La Aldea Perdida” de Armando Palacio Valdés, con esa confrontación sobre todo entre agricultores y mineros. La Ferrería de San Blas, fue un establecimiento siderúrgico instalado en Sabero, construido en 1847 por la Sociedad Palentina de Minas. En la novela aparece también Sanfelice, ¿por qué Sanfelice y por qué precisamente la ferrería de San Blas?

ERR- Sanfelice existe y se llama Sahelices. Lo que pasa es que en origen el nombre lo toma de un convento, San Félix, desaparecido con la desamortización. El cambio es un poco un recurso de ficción. Pero este lugar existe, es fácilmente rastreable y se puede encontrar incluso por pura deducción como tú has hecho. Aunque en el relato no quería que fuera tan claro. Sabero aparece también como Melero y sin embargo otros topónimos de la novela sí son reales. Allí con la creación de las minas y de la ferrería se produjo una pequeña revolución, una transformación que pudo verse en otros lugares y en términos muy similares.

PSV- Estamos en un momento de tránsito político y económico y en los pueblos se comienza a dar esta escapada que se da hasta en nuestros días, esta sangría demográfica. Y en la novela, las mujeres comentan… “saldrá con los baúles tras la muerte del padre” y los hijos dicen “labrar no, lo último”. ¿Qué se encontraban los que huían de la tierra y que suponía, sobre todo, esta huida para los que se quedaban?

ERR- Surgieron muchas empresas y yo creo que muchas más de las que nos enseñaron cuando estudiábamos historia, parece que solo existió la siderurgia vasca y la textil catalana. Hubo muchas más pequeñas industrias. ¿Qué ocurre? En un momento como este, el lugar al que una persona que pasaba hambre en el campo podía emigrar era América o una ciudad. Igual que ahora, como tú has dicho. Pero ¿qué ocurre cuando es a tu valle al que “te llega” el desarrollo? Pues que algunos huyeron dos pasos más allá para hacerse obreros de la mina y de la siderurgia y otros huyeron a otra ciudad, incluso a América, a Cuba. Depende…

PSV- Esos son los que se van, y esa huida de la gente del campo la refleja muy bien Eva en la gente que queda, en esa sensación de vacío, esa ausencia permanente que supone el exilio y la emigración. La caja roja es una novela de contrastes, sus valles, sus montañas. Agricultura y minería. Campo y ciudad. Ingleses frente digamos, los lugareños. Porque para la explotación los minerales, aparecieron capitales ingleses, franceses y belgas. ¿Cómo fueron recibidos? La novela refleja muy bien cómo ven ellos esas costumbres primitivas completamente porque utilizas como contrapunto a Peter y a Philip.

ERR- Lo que quiero reflejar en la novela es como fue precisamente eso. Al visitar el valle se puede ver que es una caja, un valle cerrado entre montañas solo con dos puntos de entrada. Llegar allí, descubrir esos minerales y empezar a forjar una empresa en la que participaban con capital gente de España, pero también extranjeros. Debió de ser un contraste que para mí es, y así lo narro, la típica situación de arrasar, pero también de supervivencia. Empiezan a comprar terrenos, a hacer agujeros, a cambiar el paisaje a cambiar costumbres y a despreciar lo ya acomodado y el respeto a la tierra que allí había. La típica historia de industrialización que hemos sufrido en muchos lugares.

PSV- Está muy bien reflejado todo, la vida de ellos, con su distancia, sus comidas incluso su servidumbre porque la servidumbre es un papel importante y también lo reflejas muy bien. Recordad los paniaguados, la gente estaba sirviendo por el pan y el agua. La mayoría eran familiares y se iban rotando. Las condiciones de vida es otra de las cosas que aparecen muy bien. La novela está muy bien documentada, eso también hay que repetirlo y recalcarlo. Y sobre todo la vida, la vida de los obreros de los que no esperan nada de mañana, la vida de la mina… pero también de los agricultores, de Cirilo que pese a todas las incertidumbres que puede tener sobre la cosecha, del mal tiempo… él a pesar de todo eso, él no vende la tierra, ahí se mantiene. Esa figura…

ERR- Él se negó a vender la tierra y siguió trabajando en el campo. Es importante el que se encuentre este personaje en la novela que es el rebelde. Ese rebelde que dice no, lo siento mucho pero no. Esto es lo que yo vivo, esto es de lo que vive mi gente y también como dice él en un momento dado que hay un accidente en la mina: “mis hombres mueren en la cama no en un agujero”.

PSV- Pero bueno, que no solo es una novela de mina y trabajo. También hay amor. Descubrimos que una cosa es el matrimonio, otra el amor, otra el matrimonio con amor. El poema triste de las relaciones prohibidas de Peter y Philip. Las convenciones sociales que condenan a María y le impiden ser feliz. Relaciones extraconyugales… y sobre todo en todo momento el control social que se ejerce permanentemente en los pueblos sobre las personas.

ERR- Eso siempre creo que hay que pensar que es un perjuicio en los pueblos, pero también un beneficio porque en otros momentos te puedes sentir acompañada. Pero sí, es cierto que hay un control que se ve en la novela y que ya no solo es un control de vecinos, sino un control de familias donde por ejemplo se da prioridad a un hermano frente a una hermana, como es la historia de María, o que decide tu vida. Entonces, rebelarse ante eso en esa época, y sobre todo siendo mujer, era difícil.

PSV- Háblanos de las mujeres de tu novela porque ese control se materializa, como siempre, sobre las mujeres. Está Trinidad que ella quería ser peregrina, quería viajar, esas ansias que podía tener. Pero estamos en el siglo XIX donde cuestiones como divorcio, aborto… aunque sean cosas que se realizarían, estaban absolutamente penadas. La madre de María que no perdona. Coro, la bilbaína fina que llega allí…

ERR- He querido narrar o retratar mujeres fuertes, porque en ese ambiente debían tener mucha fuerza, se la dejaran mostrar o no, para aguantar esa vida. Que en el fondo es la vida que tenemos siempre. Es verdad que hay un entrecruce de historias, no diría prototipos, pero sí encontramos en la novela mujeres de Campos, de Tierra de Campos, que se casan y se trasladan a la montaña desde su pueblo, en concreto desde Villada. También los trabajos de las mujeres. Decía antes que de esta época hemos estudiado que solo había dos focos industriales, y creo que también se pasa mucho por alto la variedad de profesiones de las mujeres. Al igual que se pasa por alto a las que han sido autoras… se pasa por alto el trabajo de otra más anónimas aún. Trabajaban, en la mina, en los mercados, en las empresas, en las casas y desde sus casas… La novela intenta abarcar toda esa narrativa: la que se rebela contra la madre, o que se tiene que enfrentar a un novio que se va a Cuba y la deja abandonada, la que se tiene que buscar la vida por ella misma, o que se siente rechazada… lo he reflejado en distintos tipos. El de Coro es muy significativo también porque al Valle acompañando a los hombres iban sus familias y Coro, pues no quiere ir porque ella es de una ciudad, tiene arraigadas costumbres urbanas, desea otra cultura… Es en parte una búsqueda de mostrar modelos que seguramente se daban y que he querido que figuren como protagonistas.

PSV- En mi novela Mujeres errantes, en la búsqueda de documentación, pude ver multitud de profesiones que ejercían las mujeres en la Edad Media, en mercadería, al por mayor, al por menor, mujeres que viajan. Hay que tener en cuenta que en el momento que estamos en guerra, los paisanos están en levas y quien tiene que mantener la casa y la familia somos las mujeres. Siempre ha sido sí. En definitiva, se puede encontrar en la novela un verdadero catálogo de personajes e historias muy bien narrado. Pero ¿por qué hay que leer La caja roja, por qué deberían leer la novela?

ERR- Porque es una novela que se sale de lo normal, que está ambientada en el siglo XIX, con personajes muy sólidos y con mucha conexión con el presente en cuanto a su modo de vida, conexión con temas como los que enfrentamos ahora como es la España vaciada. Además, plantea el por qué hay gente que sigue aferrándose a su paisaje. Por qué seguimos necesitando volver a un paisaje, pertenecer a un entorno. Para mí ha sido un reto y a la vez un poema narrado que me ha encantado dejar dibujado en esas páginas.

La entrevista se realizó en la librería de Gijón «La habitación propia»

 

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