Vacare
Estamos en 2022. Los personajes nacieron a principios de la década de 1980: una futura generación de éxito. Se conocen casi de toda la vida. Urbanos a veces rozando una merecida notoriedad profesional. Aunque su percepción de la realidad es diferente. Sufren en las relaciones personales. Tropiezan en la misma piedra con cada crisis económica. La Pandemia parece haber sido el último escalón y no todos consiguen subir ese peldaño. Abren los ojos a una situación cambiante, incómoda, fluida. Nada es lo mismo.
Goyeti
Goyeti sufre angustiosas pesadillas en las que se reconoce al borde de la muerte. Rodeado de masas de figuras informes, sin comprender qué quieren de él. De pronto, una sensación de calma, un desierto hasta donde alcanza su vista, y hasta donde alcanza su vista, en la arena ardiente, surgen cuerpos moribundos, entre gritos de ayuda, respiración entrecortada. Goyeti grita con ellos. No puede huir, observa y entre sus sábanas oscuras se pregunta: ¿quién soy yo en ese sueño?
Valentina
Valentina piensa que una oficina es un gran armario poético, un espacio cerrado, secreto, a espaldas de la sociedad, la verdadera sociedad de éxito de la que es reflejo. Como ella, que ha sabido elegir bien el siguiente movimiento sobre el tablero. Un armario que cierra sus puertas y esos días en los que queda vacío, desaparece. Oculto, sin miradas, sin roces ni diálogos. O las abre, en un camino diario hacia la luz, un camino que se ha convertido en necesario.
Clo
Clo cree que para ella no es igual, que el esfuerzo no siempre permite conseguir lo que se busca. O no siempre se encuentra. O no se alcanza. Eso por sí sólo, es motivo de desigualdad. Y rozando la desigualdad siempre runrunea la envidia. Clo siente que no puede desear lo mismo que los demás. No salen los cálculos. Patina, engullida por un sueño infantil de canto de sirenas.
Ilaria
Ilaria quería ser una sola vida con él, a través de cada centímetro de piel. No hubo nada de qué hablar. Un catálogo complaciente de deseos volvía a ellos sin esfuerzo. Se miraron en silencio, el movimiento en la barra, el reflejo de luz roja sobre el intenso color del terciopelo, el ruido de cafetera antigua que inundaba ahora el local. Pensaron si era real, si era otra, si eran ellos. Ya todo daba igual.
Olvido
Olvido algunas noches soñaba que era mentira, que regresaba de Italia y se reirían tras un par de copas bien cargadas. Como ocurre con las cartas extraviadas de soldados, que aparecen y lo cambian todo. Sentía que un vacío descolorido la alcanzaba. Sentía que ya no estaba aquí, y cada día era más trasparente. El pasado y el futuro no valen para nada. Mentiras que nos contamos o ilusiones que no merece la pena esperar.
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