Asomamos nuestra mirada a aquellos lugares por los que pasearon los personajes de La Caja Roja . Lugares sobre los que, como sabemos, se detienen ahora los ojos de quienes están pasando las páginas de esta novela.
Entre letras y líneas aparecen montañas, ríos, vegas, pastos, cultivos… dando color a una historia que “engancha”. Una historia que “tiene mucho común con otros lugares”. Que “habla de inmigrantes” pero también “de los que se quedaron” y como no, “de quienes vinieron”. Una historia que “recorre paisajes y ciudades” entre “vidas, encuentros y desencuentros”. Una historia que “evoca, emociona e implica a quien la lee”. En definitiva, “que gusta”.
Desde el principio hemos querido viajar con la novela y con sus lectores, a cada uno de estos recovecos. Porque en ellos surge lo mejor de la literatura: el encuentro entre creación y lectura. Permitir un sinfín de interpretaciones, matices y ¿por qué no?, pequeñas rebeldías.
Con esta intención de acercar la obra, se han realizado diversas presentaciones, empezando como era obligado, por el origen: León. En un camino que ha aunado lo digital anónimo, con lo más cercano y personal.
Estamos en la Fundación Sierra Pambley una tarde de otoño en la que la lluvia, tan deseada como intensa, nos acompaña entre amigos de la Fundación y amigos de la autora. Tarde breve, pero con mucha repercusión en medios digitales. La prensa de León parece ávida de literatura leonesa y así lo muestra con más de ocho reseñas en medios. “León es una ciudad previsible” aparece en la novela descrita cuando el protagonista se acerca a una de las puertas de sus murallas.
De ahí, viajamos al Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León en el Valle de Sabero, escenario principal de la novela. La sala de conferencias del Museo se llena de rostros conocidos de este valle, que sentados o de pie, esperan al borde de su capacidad, ver qué les contamos.
Impresionante el interés que La Caja Roja despierta. Como si quisieran, sin aún saberlo, que se hablara de su historia. Y no como hasta ahora, con datos y datos. Sino desde el corazón. Desde lo que se habla en las cocinas, lo que ocurre en la calle.
O mejor, pensando en cómo debió de ser todo lo que ocurrió ¿cómo fueron esos años de radical transformación del Valle? ¿Dónde se puede ver todavía la huella de lo que hubo, de lo que cambió? ¿Qué recordar del paisaje, los caminos? ¿Y de las gentes, su fortaleza y sus emociones?
Se levanta murmullos en la sala, comentan, sonríen y algún sollozo también se escapa. Muy cercano. Mucha fuerza aquí reunida. Hace pensar que cosas como esta, no deben de terminar aquí, que deben servir para mejorar el futuro.
Los medios y prensa, como el Diario de León también nos acompañan en esta otra tarde de otoño, por cierto, también lluviosa. Incluso la Televisión de León se ha hecho eco de la novela. Además de una breve entrevista en el Canal 8, se realiza otra en Cadena SER León para el programa Ser minero y una tercera en el periódico digital iLeón
El círculo parece completo. La Caja Roja vuelve a su origen. Pero no. Todavía queda algo más: recorrer los caminos de la novela. Un proyecto que verá la luz más adelante pero que de forma espontánea se inicia con algunos lectores al día siguiente. “Al llegar al inicio de la cuesta, cuando el camino giraba a la izquierda rodeando la montaña para descender por la ladera, lo vio. […] Cirilo no comprendía qué estaba pasando. De pronto encontraba a una cabalgada de su casa un paisaje atroz, como los que describían cuando se hablaba de guerra, una ciudad embarrada, de madera metal y humo.” Con ellos, deshacemos el camino de Cirilo partiendo de El León, y vamos de nuevo narrando lo que aquí y allí vieron los personajes cuando transitaban por el Valle.
Quedan más escenas, más presentaciones, pero de momento reposo. Dejando a la novela y a sus historias llegar a más de cien, doscientos…. Lectores. Dejándola entrar en sus vidas, comentar, disfrutar y criticar. Y sobre todo, conseguir que abra el apetito de leer más porque en el fondo la literatura es eso: ganas de seguir leyendo.
Esperamos que la letra salga de su caja y se haga palabra y forma. Que pueda recorrerse hasta el infinito en estos paisajes e inventarse en otras palabras e historias. Y con ello volar hasta quienes todavía no se han acercado a ella.
Ya lo haré personalmente, pero desde aquí quiero felicitar a Eva, por haber conseguido contar una historia que tiene todos los ingredientes de una obra maestra.
Ha sabido combinar la tradición con el progreso, dando a los personajes una vida que se sale de las páginas del libro para hacerlas cercanas.
Ha recreado la situación política del XIX, con una normalidad donde hace fácil, llevar la historia al escenario.
Eva, he disfrutado con la lectura.
Gracias.